EL LANZAMIENTO DEL PREPAGO EN MÉXICO FUE BAUTIZADO “PLAN GILLETTE”
Desde la infancia, Slim tuvo su vocación para los negocios estimulada por su padre, Julián Slim Haddad. Él es el quinto de los seis hijos del matrimonio de Julián con la mexicana de origen libanesa Linda Helú. Según su biógrafo, Slim fue, de todos los hermanos, el heredero de las habilidades paternas. Desde pequeño, observaba al padre comprar mercaderías en otros países y revenderlas en su tienda en Ciudad de México. A los 12 años abrió una cuenta bancaria con cerca de US$ 400. Con 16 años, compró sus primeras acciones del Banco Nacional de México, hoy controlado por Citigroup. Por exigencia de su padre, Slim comenzó a tomar nota, en cuadernos con tapa de cuero, del valor de sus movimientos financieros. Guarda esos cuadernos hasta el día de hoy. Al final de los años 60, mientras los jóvenes de las familias adineradas de México aprovechaban la vida en París, Slim comenzaba a construir el Grupo Carso.
MÉXICO NO ES CHINA
Al contrario de Gates – su socio desde el año 2000 en el portal de Internet Prodigy MSN –, Slim es, esencialmente, un empresario de la vieja economía que compró un pedazo lucrativo de la nueva economía. Además de no usar computadoras, no le gusta hablar inglés en público y no tiene un título de MBA colgado en la pared. Lo que diferencia este ingeniero civil de los demás empresarios, es su olfato poco común para encontrar buenos negocios y su habilidad para ponerlos en práctica. Slim es un estratega con un talento excepcional, sentido de oportunidad y claridad al lidiar con números. Si no fuera así, no habría conseguido forjar en México una fortuna de la magnitud de la que logró. La economía mexicana, aun cuando relevante, no es la mayor ni la más dinámica de América Latina, un continente a su vez secundario en la economía global. México avanza al paso de 3% al año, sin ofrecer las oportunidades creadas por el crecimiento galopante de 9% al año en China. El 49% de los 107 millones de habitantes de su población se encuentra en situación de pobreza estadística. No se trata de un criadero natural de billonarios.
Pese a todo, Slim es Slim. ¿Por qué? En parte, por la misma ayuda con la que contó Bill Gates para reinar en forma absoluta por 13 años en la lista Forbes: monopolio. Gates tiene a Windows, que funciona en más de 90% de las computadoras en el mundo. Slim tiene el mercado mexicano de telefonía fija en la misma proporción: exactamente 91%. Tanto Gates como Slim enfrentan competidores, pero ambos han conseguido mantener niveles elevados de control en sus mercados. La otra palanca, en la fortuna de ambos, es la bolsa de valores. Slim se benefició, en los últimos años, de una multiplicación casi bíblica en el valor de los papeles mexicanos. Su fortuna personal en acciones equivale a la mitad del valor de la bolsa mexicana, cuyo índice subió 49% el año pasado (2006). Es por eso que su fortuna creció más de US$ 20 billones en el último año. Gates también se hizo Gates impulsado por los vientos de la bolsa americana.
Si bien es cierto que los ingresos generados por el mercado mexicano de telefonía fija le ayudaron a expandir su imperio, también es verdad que no fue la única responsable por el crecimiento asombroso de la fortuna del empresario. La mayor evidencia de esto es América Móvil, la empresa de telefonía celular del grupo, con 125 millones de clientes y una facturación de US$ 22 billones. Comenzó como una división de celulares de Telmex y ganó vida propia en el 2000. Mitad de la fortuna del empresario viene del 30% de participación en la compañía, equivalente a US$ 32,6 billones. En el segundo semestre, las acciones subieron 26,5%, a causa del desempeño de la empresa, según la agencia Sentido Común. Eso fue el resultado de un tiro certero hecha en el pasado: la introducción de los celulares prepagos.
Hace 12 años, en una reunión con sus colaboradores, Slim presentó una propuesta para aumentar las ventas de celulares: “Vamos a lanzar el Plan Gillette”. Su idea era adoptar, en la telefonía, la lógica de la empresa norteamericana que vende el aparato para afeitar y luego mantiene cautivos a los clientes vendiéndoles las láminas. “Él me pidió que buscara un modelo prepago en el mundo, pero no existía nada en el mercado. Tuvimos que desarrollar la tecnología internamente”, dice Ayub, que en ese entonces estaba a cargo del proyecto. Con un producto accesible a los consumidores mexicanos, Slim se hizo del mercado. En 1990, la división de celulares de Telmex, que dio origen a América Móvil, tenía 35 mil clientes. Hoy, tiene 43 millones de usuarios en México, de los cuales 40 millones utilizan prepago. Con esto, Slim detiene el 77% del mercado celular mexicano, enfrentando, entre otros competidores, a la poderosa Telefónica, que actúa en el país con la marca Movistar.
Sus movimientos empresariales están orientados por un modelo propio de gestión, sintetizado por él mismo en una lista que contiene diez mandamientos. En ella, el empresario defiende estructuras simplificadas, austeridad en los gastos, osadía en las ideas y reinversiones en el propio negocio. En el transcurso de la entrevista a Época NEGOCIOS, agregó un 11° ítem a la lista: La importancia del espíritu de equipo y de funcionarios motivados. “Son las personas las que hacen las cosas posibles; personas interesadas, motivadas, que visten la camiseta, como decimos, y que saben que pueden alcanzar cualquier desafío propuesto”. Slim cree que una empresa, cualquiera que sea su tamaño, necesita la misma rapidez y flexibilidad que un pequeño comercio.
Su filosofía es la de empresas limpias y flexibles, con un mínimo de jerarquía necesaria para empujar el negocio. En ellas no hay lugar para estructuras corporativas pesadas, pomposidad y formalismos, sedes de lujo, séquitos de asesores y batallones de secretarias, beneficios para un grupo de directores y ejecutivos o modismos gerenciales. “Nunca tuvimos un corporativo”, afirma. “El corporativo muchas veces hace que los operadores trabajen para él, en lugar de hacerlo para las operaciones, para el cliente, para el mercado.” Si es necesario, el empresario habla directamente con los empleados de menor grado. Si un empleado de un nivel jerárquico más bajo lo llama para hablar de un problema serio, contesta la llamada. “Le gusta conocer las cosas directamente de la fuente”, dice alguien que lo conoce bien.
JOVEN, SLIM DESCUBRIÓ AL MAGNATE PAUL GETTY. LO HIZO SU ÍDOLOEl estilo Slim Nada tiene de presuntuoso. Trabaja en manga de camisa y dicen que siempre carga su agenda debajo del brazo, para recordar que es dueño de su propio tiempo. Cómo divide las pocas horas del día entre las varias empresas y fundaciones. “No divido el tiempo, nunca lo dividí”, afirma. “Algunas veces una actividad demanda más atención y entonces me vuelvo hacia ella.” Quiere decir: Ataca los problemas de frente, en el momento en que se presentan. En salas de la empresa hay cuadros que recuerdan que el tiempo es el bien más precioso de las personas y de las organizaciones. Sobre su responsabilidad como líder de la empresa, afirma: “Mi trabajo es pensar”. Slim trabaja diez horas al día. Temprano, sale de su casa en el elegante barrio Las Lomas, donde vive hace 30 años, y sigue en un Mercedes blindado hasta su oficina, ubicado a pocos minutos de allí. No tiene helicóptero particular, pero cuando necesita volar, utiliza una aeronave Cessna, de seis lugares, propiedad de Telmex. Cuando llega a la oficina, tiene la costumbre de hablar por teléfono o personalmente con sus hijos y yernos, o con Eduardo Valdés Acra, vicepresidente del Grupo Financiero Inbursa, sobre la rutina del trabajo. Le gusta estar al tanto de todo. Almuerza, usualmente, con algún invitado, en la sala de reuniones, a la par de su oficina, o en el salón museo que está en el mismo piso.
LA FÓRMULA FALLA
El “ingeniero” cree en ciclos y ser persistentes. En el período de las vacas gordas, afirma, es preciso mantener la austeridad, invertir en modernización y, con discreción, anticipar los movimientos de la competencia. Nada de acomodarse. En el momento de crisis, cuando los activos están devaluados, es hora de ir de compras. Esta segunda parte aprendió con Buffet. “Todos los momentos son buenos para quien sabe trabajar y tiene cómo hacerlo”, dice su regla número 9. Esta fórmula se ha mostrado correcta, pero no es infalible. Slim compró CompUSA en el 2000, una cadena americana de tiendas minoristas de computadoras que hoy se está encogiendo ante la competencia.
Hasta la segunda mitad de los años 90, Slim dirigía personalmente todas las operaciones de los grupos Carso e Inbursa, brazo financiero de sus organizaciones. En 1997, decidió alejarse del día a día de las empresas, después de enfrentarse a problemas de salud, consecuencia de una cirugía en el corazón. Al final del año siguiente, puso a sus hijos y yernos al frente de los negocios y se transformó en presidente honorario y vitalicio del grupo. Hoy, está al frente de una negocio eminentemente familiar en su estructura. Su hijo mayor, Carlos, 40 años, es presidente del Grupo Carso; Marco Antonio, 38 años, es director general del Grupo Inbursa; y Patricio, 37 años, es director de Carso Global Telecom, América Telecom y US Comercial Corp. Los yernos de Slim también ocupan puestos claves en los negocios. Arturo Elías Ayub es el vocero del Grupo Carso y director de Telmex. Daniel Hajj está al frente de uno de los negocios más rentables, América Móvil. Otra persona influyente en el proceso de decisiones es el sobrino Héctor, director general de Telmex. El primer escalafón de las empresas de Slim es totalmente controlado por hombres. De sus tres hijas, apenas una de ellas, Soumaya, trabaja con el Museo Soumaya, creado en homenaje a la fallecida esposa del empresario. En el primer equipo de ejecutivos del grupo hay sólo cinco mujeres, ninguna de la familia.
Los lunes, religiosamente, Slim reúne hijos y yernos a partir de las 10 pm en su casa para una cena. El menú es variado, casi siempre se sirve un plato mexicano como chile relleno (con queso) o quesadillas (tortillas de maíz con queso). La casa puede considerarse austera para el padrón billonario de la familia: tiene seis cuartos y una pequeña piscina. El único lujo son las obras de arte. Slim comparte el lugar apenas con su hijo mayor, Carlos, el único soltero. Insiste en decir que no tiene casas o cuentas bancarias en el exterior. En más de 40 años de negocios, jamás tuvo su nombre involucrado en un escándalo o denuncia. Los fines de semana, al hombre más rico del mundo acostumbra refugiarse en la naturaleza. Le gusta estar entre sequóias o contemplar el amanecer en Los Cabos, en la costa noroeste de México. “Es muy afectuoso, los nietos lo adoran. Saltan sobre él y brincan”, dice el yerno Ayub. Slim confirmó que está utilizando su tiempo libre para escribir un libro con la historia de la familia.
Cuando le pregunto si es un hombre feliz, responde rápidamente: “Creo que sí”. Enseguida, coquetea con la filosofía. “Sin embargo, la felicidad no es un estado, es un camino en que hay obstáculos, problemas”, afirma. “El camino de la felicidad existe cuando tienes claros sus principales valores y cuando eres coherente con ellos y consigo mismo.” Para Carlos Slim, ser feliz, a los 67 años, es sinónimo de estar con la familia, conversar con los amigos o caminar entre árboles. La entrevista está llegando a su final, la grabadora fue desconectada, pero solicita a un ayudante una carta que escribió en junio de 1994 a un grupo de estudiantes. En la carta, trata el tema de la felicidad. Lee, entonces, algunos trechos en voz alta. “El equilibrio emocional está en la vida interior… Es necesario evitar los sentimientos que corroen el alma, como envidia, celos, soberbia, lujuria, egoísmo, venganza, avaricia… No se puede vivir con miedos y con culpas…” Interrumpo y observo que en esa lista de la felicidad no hay nada material: ¿Una paradoja? Slim me responde con una pregunta: ¿Si tuvieras mucho dinero, qué harías? Hago una pausa y pienso cómo sería mi vida con la fortuna de Slim, sin embargo, antes que pueda responder, vuelve a la carga: “Si fueras casada, dejarías a tu marido, a tus hijos”. Respondo que no. El retoma: “Mi familia. Estar bien con aquellos que aprecio. Eso es lo que me hace más feliz. No es hacer bien las cosas o tener el reconocimiento de otras personas, ¿entiende?” Perfectamente, señor Slim.
“NADA ME LLEVARÉ CUANDO MUERA”
Dicha por cualquier mortal, esta frase es solo un cliché. En boca del hombre más rico del mundo, no lo es. En la entrevista exclusiva a Época NEGOCIOS, Carlos Slim cuenta como hace para lidiar con la transitoriedad de la riqueza y dice lo que es importante en su modelo de gestión y define la felicidad.
¿Cuáles son los puntos clave de su modelo de gestión?
Los principios no son nuevos. Tienen 40 años y están resumidos en un decálogo. A estos, acrecentaría algo fundamental: el equipo, las personas. Son las personas quienes hacen que las cosas sean posibles. Personas interesadas, motivadas, que visten la camiseta, como decimos. Y que saben que pueden alcanzar cualquier desafío propuesto. Es necesario que exista armonía en el grupo de trabajo, que los éxitos sean de todos.
En una oportunidad, usted dijo que lo “importante no es la riqueza, sino lo que se hace con ella”. ¿Qué pretende hacer con su riqueza en los próximos años?
Nadie se lleva nada de este mundo al morir. Entonces, creo que la riqueza debe ser administrada con eficiencia, probidad, eficacia y sobriedad para producir más riqueza. Uno de los frutos de la riqueza es la renta y es necesario hacer que exista redistribución. Eso existe por vía fiscal o por la remuneración salarial. Y, con un trabajo adicional, podemos avanzar en aquellas cosas que no son rentables, pero que son una inversión social. Es importante, por ejemplo, que la población esté bien nutrida, tenga buena salud, buena educación. Esas cosas no son rentables, pero son una inversión social. Entonces, estamos fortaleciendo nuestras fundaciones que, en el caso de Carso (conglomerado industrial que dio origen al Grupo Slim), tiene más de 20 años. El desafío que tengo hace cuatro o cinco años es tratar de combatir la exclusión y la pobreza a través de salud, educación y empleo. Ese es mi desafío.
¿Cómo divide usted su tiempo entre las iniciativas de filantropía y el día a día de sus empresas?
No divido el tiempo. Nunca lo dividí. Cuando alguna actividad demanda más mi atención, atiendo esa demanda. En relación a las empresas, en la que continúo presente es en la Ideal, que tiene como objetivo promover el desarrollo y el empleo en América Latina, por medio de la inversión productiva. También cuido de las fundaciones.
¿La Ideal tiene proyectos para Brasil?
Claro. No tengo un plan concreto en este momento, pero sentimos que Brasil tiene una fuerza extraordinaria, un potencial enorme. Creo que hay un gran número de empresarios notables, gobiernos que han sido consistentes en sus políticas económicas y crearon un clima adecuado para el desarrollo empresarial.
¿Cuál es la situación de los mercados brasileños en los planes del grupo?
Es de una importancia mayor. Tenemos inversiones muy importantes en Brasil, en un sector que también es de infraestructura: el área de telefonía. Ese mercado crece mucho y continuará creciendo. Por otro lado, Telmex está trabajando con la mejor tecnología para ofrecer más servicios y más competencia en todas esas áreas.
¿Cómo recibió la noticia de que era el hombre más rico del mundo?
No recibí noticia alguna. Eso es irrelevante. No es una competencia. No estoy jugando fútbol. Más me preocupa cuánto estamos invirtiendo y qué ocurre con nuestro trabajo, que una noticia como esa.
Sin embargo, con esas noticias, surgieron una vez más comentarios que dicen que usted se habría enriquecido a partir del monopolio de la telefonía en México.
Vea, todas las empresas del grupo enfrentan una fuerte competencia. ¡Todas! Hemos competido en todos los terrenos, como en la fabricación de papel, contra grandes empresas como Kimberly-Clark y Scott Paper. En el caso de Sanborns (principal cadena mexicana de restaurantes, que también comercializa productos electrónico, libros y medicamentos), tenemos la competencia de Wal-Mart, de Starbucks y de otros restaurantes. En el área de los cigarrillos, enfrentamos a la Britsh American Tobacco, que ustedes conocen muy bien en Brasil. Con la Tecel, en el área de los celulares, la competencia comenzó antes. Eso quiere decir que ellos tenían el monopolio. Telmex, nuestra empresa de telefonía fija, tuvo seis años de exclusividad, pero apenas en larga distancia. A partir de 1996 hubo mucha competencia. En larga distancia, competimos con las mayores del mundo, como MCI y AT&T. En telefonía móvil, vinieron gigantes como Verizon, Vodafone y Telefónica. Entonces, estamos compitiendo hace muchos años. En telefonía fija, como somos los único que atendemos los mercados C, D y E, tenemos el 100 por ciento. Sin embargo, en los mercados A y B existe una gran competencia, que será todavía mayor en el futuro.
Un documento reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, dice que los precios de la telefonía en México son excesivos.
Nuestros precios son la mitad de los que existen en Europa. En países como Perú, Chile y Argentina, estamos en tercero o cuarto (en el mercado). Esa es la realidad. Es algo que se puede palpar. No estoy sugiriendo que crean en estos hechos. Sin embargo, cada vez que existe una fuerte competencia, critican al líder para tratar de regular (el mercado) asimétricamente, debilitarlo, amarrarle una mano o un brazo. Eso es algo que nunca pedimos en los países en que entramos: que le amarraran el brazo a la competencia.
Sin embargo, en México, hay una limitante: los extranjeros no pueden entrar con fuerza total en el área de la telefonía, porque están prohibidos de controlar empresas en el sector.
Eso ha sido interesante, porque a pesar de que existe la prohibición, le dan la vuelta ilegalmente. Operan con fondos (trust funds). Creemos que es irregular, que eso no debería ocurrir. Sin embargo, vea, no estamos en contra de la apertura. No nos hemos opuesto en los medios de comunicación.
Las personas observan la evolución de su patrimonio y la situación de pobreza en su país y se preguntan: ¿Cómo es posible que el hombre más rico del mundo esté en México?
No es en México, es a partir de México. Usted y las personas dicen en México, pero es a partir de México.
Entonces, a partir de México, ¿cuál sería su respuesta?
Bueno. Estoy muy contento de que exista una empresa – ojalá existieran muchas otras – que, a partir de México, un país en desarrollo, se vayan transformado en una transnacional, que compite globalmente y con éxito con los grandes del mundo. Y estoy contento que los inversionistas estén dando un gran valor a esta empresa, por la forma tan eficaz como se ha desarrollado. Además, que en lugar de estar absorbiendo otras empresas o endeudándose, haya seguido una política que favorece a los inversionistas, por medio de recompras o dividendos. Esta empresa, que valía cero hace 15 años y que ahora tiene un valor muy importante en los mercados, se llama América Móvil. El hecho de que se haga a partir de México o de cualquier otro lugar, no es importante. Lo que importa es que se esté creando riqueza. Yo no tengo cuentas bancarias, apartamentos o casas fuera del país. Nada me llevaré al morir. Entonces, el hecho de que en uno de nuestros países se genere esa riqueza es formidable. En Brasil, hay muchas cosas que se están creando, (grupos locales) están creando empresas fuera del país. ¡Que bien! Es muy importante que la inversión extranjera no solo fluya hacia nuestros países. Es importante que la globalización sea algo que podamos hacer desde nuestros países. Que bien que se esté creando riqueza en nuestros países. Un ejemplo es la Vale do Río Doce, que está en expansión. Es formidable. Espero que siga creciendo.
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