Palabras del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, durante la XVIII Reunión Plenaria de la Fundación Círculo de Montevideo, que tuvo lugar en esta ciudad.
México, D.F., 26 de julio de 2012.

Qué tal.

Muy buenos días, amigas y amigos.

Saludo con mucho aprecio y con mucha admiración a don Julio María Sanguinetti, Presidente del Círculo de Montevideo.

Al ingeniero Carlos Slim, Presidente empresarial y anfitrión de la Fundación Círculo de Montevideo, en esta ocasión, en México.

También, a don José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos. Gracias, don José Miguel.

A don Enrique Iglesias, Secretario General Iberoamericano. También, don Enrique, bienvenido.

A la señora Rebeca Grynspan, Secretaria General Adjunta de Naciones Unidas.

A los ex Presidentes aquí presentes: don Belisario Betancur, don Felipe González, don Ricardo Lagos. A, desde luego, todos nuestros Gobernadores aquí presentes, que hay una buena concurrencia: a don Carlos Lozano; Marco Antonio Adame; Javier Duarte; Ivonne Ortega. Me falta alguien por ahí. Ahorita vamos con los otros.

A los Gobernadores electos: Graco Ramírez, Arturo Núñez; al Presidente de la Cámara de Diputados; a Presidentes de Partidos; don Pedro Joaquín Coldwell; Senadores; Diputados. En fin.

A todos ustedes, amigas y amigos, empresarios.

Hay una excelente concurrencia esta mañana.

Y me alegra mucho, porque para mí, es un honor acompañarles en esta XVIII Reunión Plenaria de la Fundación Círculo de Montevideo.

Felicidades a los organizadores por esta valiosa iniciativa, que tuve oportunidad de conocer hace ya algunos años, antes de ser Presidente de la República.

Y siempre, con mi admiración y respeto, al fundador y a su actual Presidente, don Julio María Sanguinetti, ex Presidente del Uruguay y, desde luego, con agradecimiento, también, por el esfuerzo para realizar esta reunión, a nuestro anfitrión, el ingeniero Carlos Slim.

Son más de 15 años de existencia y, afortunadamente, la Fundación, amigas y amigos, se ha convertido en un círculo privilegiado de reflexión que nos permite encontrar soluciones innovadoras a los retos de la economía global y, más allá de la economía, a los retos del desarrollo.

Con una perspectiva, yo diría, iberoamericana, que es muy enriquecedora. Entre sus personajes se encuentran personalidades de todos los ámbitos, no sólo políticos, sino, también, académico, empresarial. Y este conjunto de experiencias que se aportan nos sirven a todos. Así que, bienvenido este esfuerzo.

Y a quienes nos visitan en México, como decimos los mexicanos, ésta es su casa. Bienvenidos todos.

Me parece que es muy interesante el tema de esta reunión, muy oportuno: Un mundo en tránsito. Después de la globalización y la crisis, ¿está claro el rumbo? Esa es la pregunta.

Y habría muchas reflexiones que podrían hacerse a partir de este título. Sin duda, la pregunta central: ¿Está claro el rumbo? Hay que decirlo, también, con claridad, que no está claro el rumbo y urge aclararlo.

Y para ello se requiere un esfuerzo intelectual, académico y de Gobierno, y de análisis que nos permita, precisamente, esclarecerlo.

No sé si la pregunta correcta sea: ¿Después de la globalización y la crisis? Estoy de acuerdo que son los temas sugerentes, aunque todavía no podemos hablar después de la globalización.

De hecho, la globalización llegó para quedarse, y es un aprendizaje muy temprano que tuvo el Círculo de Montevideo hace muchos años. La globalización responde a una transformación enorme, fascinante, diría yo, de la humanidad en las últimas décadas, que está asociada a las cosas que nos han acercado más que nunca, particularmente, en el mundo del Internet y las telecomunicaciones.

La aldea global a la que se refirió McLuhan está presente ahora más que nunca. Y si tomaba a los antiguos, aún después del Descubrimiento de América, varios meses de travesía el poder llegar a América, y poder traer consigo las noticias que venían del Viejo Mundo, y viceversa, hoy, en este preciso instante, en fracciones de segundo, sabemos exactamente qué es lo que está pasando en cualquier parte del mundo en el terreno que nos permita interesar.

Eso ha acercado notablemente a la humanidad y ha acelerado nuestro sentido del tiempo, ha acortado nuestros procesos de comunicación. Eso ha transformado el mundo en globo. Eso es la globalidad.

Y el reto, entonces, parte del rumbo que debemos definir es hacia dónde deben dirigirse los actos públicos y privados de los gobiernos y de las empresas, de los consumidores, en ese marco de globalidad.

Y segundo. Después de la crisis, quizá, tampoco podamos hablar todavía después de la crisis, porque seguimos inmersos en ella.

Y es, quizá, precisamente, el contexto más preocupante o más atingente, más demandante de interés en este momento, la crisis económica, que como bien se ha dicho, se vive desde aquel 2008, donde el mundo ha enfrentado una de las peores crisis económicas que se tengan memoria.

Se insiste mucho en decir que es la peor crisis después del 29 y, bueno, la verdad es que si alguien recuerda la crisis del 29, que la haya vivido, por favor, levante la mano.

Es la peor crisis que tenemos, es la peor crisis que nos ha tocado vivir. Es la peor crisis que todas las generaciones presentes en el mundo puedan recordar. Es nuestra peor crisis económica, globalmente hablando.

Y ha tenido, es una crisis larga, porque ha tenido diversos estadíos.

Primero. La explosión o la implosión, si se quiere, del fracaso de los sistemas financieros, la exacerbación en los abusos de los mercados de derivados, la pulverización de la responsabilidad de los riesgos inherentes a todos estos mercados, que, finalmente, un día cayó, como cae un castillo de naipes y, particularmente, en la crisis financiera en Estados Unidos, primero, que afectó, notablemente, a México.

Si el epicentro de la mayor crisis que tenga memoria la humanidad viva en este momento fue Estados Unidos, este gran elefante que cayó, nos cayó justo encima a los mexicanos.

Y tuvimos en aquel 2009 una de las peores recesiones económicas, la primera, claramente, generada desde afuera que se tenga memoria.

En aquel 2009, llegamos a tener una recesión que, aunque fue de 6.1, 6.2 a lo largo del año, el primero y segundo trimestre del 2009 alcanzó más del 10 por ciento de caída.

Recompuestos un poco los mercados financieros, lo que sigue fue la secuela para salir de las propias medidas que muchos países tuvimos que poner en aplicación para enfrentar la crisis en ese momento.

Hay muchas diferencias, sí, pero en esencia podemos resumir que en aquel momento crítico, todos los países que pudimos hacerlo, aplicamos medidas contracíclicas para detener el enorme golpe social de la caída.

Y en el caso de México, por primera vez en una crisis de esa magnitud pudimos no sólo no cortar, sino incrementar notablemente el gasto de inversión, particularmente en infraestructura.

Pudimos acelerar, también, programas públicos de crédito y construcción de vivienda. Pusimos en marcha programas de empleo temporal. Pusimos un programa, la verdad muy interesante, que fue el Programa de Paros Técnicos; en lugar de que perdieran el empleo más de medio millón de trabajadores de las industrias exportadoras de México, llegamos a un acuerdo con ellos, con sus sindicatos y con las empresas. Y si la empresa accedía, en lugar de despedir al trabajador, en pagarle una tercera parte de su salario; y el trabajador, en lugar de perder su empleo, accedía a ganar una tercera parte menos de su salario, el Gobierno Federal iba a pagar la otra tercera parte del salario.

Y con eso pudimos preservar una planta productiva. Y nos pusimos a rescatar zonas arqueológicas, que nos ha permitido, por ejemplo, tener 15 rescatadas en estos cuatro años, contra más o menos dos en promedio en otros sexenios, a través de empleo temporal, y así sucesivamente.

Claro. Todo eso, costó. Costó que el déficit público en México, también, se disparara, como en otras partes, quizá hasta más de 3, casi 4 por ciento en el año 2009.

Pero, hubo un momento clave, amigas y amigos, de la crisis, en que superadas las primeras partes financieras en Estados Unidos había que regresar y como bien sabemos, el déficit público es un cartucho que sólo se puede disparar una sola vez.

Una vez que se dispara, uno debe volver a cargar, precisamente, la capacidad del Estado de volver a incurrir en déficit. No puede ser permanente. El asumir los déficits públicos como una capacidad permanente, si se hace de cierta magnitud, es un gran error que creo que estamos pagando en muchas latitudes.

Quien incurre en un déficit público, tiene que ser como un buzo que incursiona en una caverna y que sabe perfectamente que tiene el oxígeno contado. Y una vez que ha entrado, debe saber perfectamente la ruta de regreso.

Muchos países, en Europa o en América Latina, o en otras naciones, que han incurrido en déficit público, hoy están pagando la dureza, el rigor, la inclemencia de no poder cerrar esos déficits, precisamente, porque los mercados financieros no están contribuyendo más a financiar esos déficits.

Se pueden financiar los primeros años, las primeras veces, pero posteriormente, hoy lo que está enfrentando, por ejemplo, España, Italia y, desde luego, que ya enfrentaron Grecia, Irlanda, y Portugal, Islandia, y muchos países es, precisamente, lo que nos tiene.

¿Qué necesitamos hacer para ello?

El mundo tiene que actuar muy rápido y esta rapidez ha sido una de las mayores ausencias en los tomadores de decisiones que nos ha exacerbado los problemas.

Actuar en los temas de fondo, actuar en los temas de coyuntura.

En los temas de fondo, qué hay que hacer.

Hay que evitar que el desorden financiero y bancario permita que se generen nuevas crisis en el futuro mediato e inmediato. Nosotros aquí, en México, por ejemplo, después de una crisis severísima que tuvo el país en el sector bancario, en México se aprendió la lección. Se establecieron medidas regulatorias y de capitalización ordenadas, severas.

Y en esta crisis la banca mexicana, por ejemplo, tuvo un promedio de capitalización de más del 16 por ciento respecto de sus pasivos. Lo cual implica, amigas y amigos, más del doble de las Reglas de Basilea.

Y, con lo cual, aún en la crisis, la banca mexicana no sólo no fue problema, sino que fue parte de la solución, porque siguió prestando a pequeñas y medianas empresas.

Una nueva regulación financiera en el mundo es urgente, ordenada y fue una de las motivaciones en nuestras discusiones en el G-20, reciente.

La otra. Problemas de corto plazo. También es urgente distinguir entre las economías que tienen problemas de insolvencia y no pueden pagar sus obligaciones, y las economías que tienen problemas de liquidez; es decir, que tienen capacidad económica para hacer frente a sus compromisos, pero que no pueden hacerlo tan cómodamente en el corto plazo.

Si Grecia, por ejemplo, implica que tenga casi el 200 por ciento de su PIB de deuda, ese es un país que no puede pagar su deuda. Y eso implica un problema de insolvencia que tiene que resolverse claramente, con una negociación contundente, no sólo con acreedores privados, sino, pienso, acreedores públicos y privados nacionales e internacionales.

Pero si un país como España o Italia tienen la capacidad económica por el tamaño de sus economías, y por el desempeño de las mismas, de hacer frente a sus compromisos, la comunidad internacional tiene el deber de resolver, y pronto, su problema de liquidez, y eso es exactamente lo que no ha ocurrido ni en Europa ni en el mundo.

Con un gravísimo riesgo, amigas y amigos, que de no resolverse a tiempo esos problemas de liquidez, se pueden volver problemas de solvencia. Un caso, no de Italia. Italia tiene una deuda de, más o menos, 120 ó 130 por ciento de su PIB, digamos, que sea 100 por ciento de su PIB.

Si Italia está pagando tasas de interés al dos por ciento, como solía ocurrir, Italia no tiene problemas ni de liquidez ni de solvencia, pero si las tasas de interés del 100 por ciento de su PIB aumentan un punto, 100 puntos base, quiere decir que su gobierno tiene que recaudar un punto adicional de impuesto para poder servir su deuda.

Y si aumentan como ahora, no de dos por ciento, sino que están, probablemente, cercanas al seis por ciento, en este momento, en Italia, quiere decir que el gobierno italiano tiene que recaudar cuatro puntos del PIB adicionales este año para servir su deuda. Y eso terminará convirtiéndose, si no se actúa, en problemas de liquidez. Y es exactamente lo que está viviendo España.

Por eso es tan importante urgir a los organismos tomadores de decisiones, señaladamente en Europa, para que actúen rápido y contundentemente, no con medidas paliativas. Se requiere que este virus de la falta de credibilidad de la capacidad pago de los gobiernos se combata con un antibiótico poderoso. Si se dan pequeñas dosis al principio, lo único que puede generarse y que ya ha ocurrido, es que se exacerbe el problema y el virus se haga todavía muchísimo más potente.

Este es un primer problema que hay que enfrentar. Y, precisamente, fue algo de lo que vimos en el G20, que fue muy exitoso en este tema. Se lograron resolver algunas cosas, entonces, que ahora se han perdido, otra vez, en el camino con Europa; se fortaleció el Fondo Monetario Internacional de manera inédita y aún sin la contribución de países importantes, como Estados Unidos y Canadá.

El Fondo Monetario capitalizó por 450 mil millones de dólares, algo inédito, y es una de las instituciones capacitadas para hacer frente a este tema.

Entonces, primero. Hacer frente a los problemas de coyuntura, y eso no está resuelto. Eso es parte del rumbo.

Y la segunda parte del rumbo es los problemas de fondo.

Cuáles son los caminos que se tienen que seguir para el crecimiento económico y cuáles son las medidas que se deben de tomar para mitigar, lo que bien señalaba el ingeniero Slim, los efectos sociales de las crisis que se están viviendo, que pueden ser demoledores.

Respecto del camino económico, amigas y amigos, yo creo que hay que partir por cosas que son muy básicas, y siendo tan básicas, tenemos enormes discrepancias de ellas.

Un elemento clave, desde que la humanidad es humanidad, que le ha dado ingreso económico, es el comercio. Y hoy, más que nunca, en que las economías son globales, necesitamos ver, en el comercio libre, la ruta de crecimiento económico para nuestros pueblos.

Por qué razón.

Porque el comercio genera beneficios para todos. Puede tener sectores que resulten ganadores y perdedores, dependiendo de sus vínculos de competitividad, sí. Pero el punto es que la actividad comercial global genera crecimiento de todas las economías y genera ganancias netas absolutas para todos: para productores, para consumidores, para exportadores, para importadores.

De ahí, que una de las mayores oportunidades, que yo insisto, existen para el crecimiento global, está en el comercio. Y de ahí que el rumbo, claramente, en mi punto de vista, tiene que ser más, y no menos comercio.

Una apuesta clara y determinante para la capacidad comercial de los países y para las decisiones de los consumidores. Más comercio y más competencia. Más comercio en los bienes y más comercio en los servicios. Más competencia en ambos, en todos los mercados, en todos los sectores.

Y de ahí, también, que yo veo como una de las preocupaciones de nuestro tiempo, es que se están generando corrientes muy fuertes de proteccionismo, que van a acabar frustrando la capacidad de recuperación económica del mundo.

Es paradójico que en el G20, por ejemplo, en las primeras reuniones hablábamos todos del crecimiento económico y de un rechazo contundente al proteccionismo y, al día siguiente, 15 de los 20 participantes estaban poniendo medidas proteccionistas. Nuevas tarifas, nuevas barreras.          Nosotros, en México, hicimos lo mismo, con una crítica importante, por ejemplo.

Tengo, desde luego, muy pendientes los exhortos constantes del Congreso de que  México no celebre más Acuerdos de Libre Comercio. Las recriminaciones de sectores de que habíamos bajado aranceles, etcétera.

Nosotros bajamos aranceles, en medio de la crisis, amigos, del 11 por ciento, en promedio, al cuatro por ciento. Y eso acabó con la industria mexicana. Por supuesto que no. Nos hizo más competitivos, todavía.

Nos hizo más competitivos porque, en una economía global, lo que se comercia, amigos, no son productos terminados nada más. El 70 por ciento de la economía global de comercio son productos intermedios, los llamados middle products.

Y el comercio de productos intermedios es lo que genera los crecimientos finales.

Por qué razón México produce el 65 por ciento de los BlackBerry del mundo. Por qué razón nosotros somos uno de los primeros o el primer productor de teléfonos inteligentes en todo el mundo. Por qué razón cuando entré a la Presidencia de la República, éramos el noveno exportador de automóviles y hoy somos el cuarto exportador de automóviles, rebasando, incluso, a Estados Unidos.

Porque tenemos una economía abierta que fue capaz de generar competitividad a escala global, y una buena parte del crecimiento económico que tiene México, que ha registrado un crecimiento de 15 por ciento de junio de 2009 a junio de 2012, es, precisamente, la apuesta al comercio y a la inversión.

Por qué razón.

Porque el productor de estos teléfonos puede traer los chips, las pantallas, las teclas. En fin. Todo, de cualquier parte del mundo a México, sin aranceles, para producir el mejor teléfono en México. Y lo mismo lo sabe el productor de Nissan, y lo mismo lo sabe el productor de Volkswagen y el de Ford y el de General Motors.

Y por esa razón, me preocupa que en nuestra propia región, en América Latina, esté hablándose cada vez más fuerte de proteger y de rechazar el comercio, y no de ampliarlo. Y por esa razón, también, nosotros insistimos en nuevos acuerdos y nuevas apuestas que le den crecimiento y desarrollo a México.

Dónde va a estar el crecimiento en la próxima década.

Va a estar en el Pacífico, va a ser un crecimiento entre Asia y América Latina, a horcajadas podemos empujar, ciertamente, ese crecimiento. Y por eso nuestra apuesta tiene que ser al comercio en esa región.

Y por eso lanzamos exitosamente el Acuerdo del Pacífico entre Chile, Colombia, Perú y México, que ahora tiene más comercio y más exportaciones que el MERCOSUR y cualquier otra organización regional.

Y por eso anuncié en Los Cabos, también, en el G20, la entrada de México a la negociación del Acuerdo Transpacífico, porque éste nos puede dar un impulso de crecimiento, tanto o más grande, como nos los dio el Tratado de Libre Comercio en la década de los 90.

En tercer lugar. Las opciones de crecimiento, sí, pero también, las opciones de desarrollo y protección. Y con esto, quiero redondear y terminar.

Hay un problema estructural, en este momento, en la humanidad, que tiene que ver con lo que decía don Julio María Sanguinetti y que es adicional a la crisis económica recesiva, y que es el aumento del precio de los commodities, de las materias primas.

Es cierto. Países como el Uruguay, Argentina, Brasil, pudieron crecer de manera muy importante por ser grandes productores de commodities, de granos, de soya, o de soja, como le dicen por allá, y algunos de petróleo, también.

Y ese precio de commodities, exacerbado, permitió el crecimiento de algunas economías muy concentradas en materias primas. Pero tiene varias implicaciones:

Uno. Que no es para siempre, y como vemos, la caída del mercado de commodities desde el año pasado y a principios de éste, también provocó la caída de ciertas economías. Por eso, México este año crecerá, por segunda vez consecutiva, más que Brasil.

Y, también, amigas y amigos, del lado del consumidor está generando una de las mayores afectaciones sociales que haya visto la humanidad en los últimos 30 años.

Por qué razón, amigas y amigos.

Porque los precios de los alimentos, fundamentalmente en los últimos cinco años, se han más que duplicado. A mí, me resulta muy interesante, al igual que a ustedes, el haber visto en esta sociedad globalizada, en los noticieros y en el Internet, todo lo que ocurrió con la Primavera Árabe. Ver cómo la gente salía a las calles y derribaba dictaduras de 40 años, en el Norte de África.

Y se decía que era por la aparición del Facebook y del Twitter. Es probable, es fácil, es más fácil convocar ahora con estos medios. Pero no, amigos. Mi opinión respetuosa, modesta, es que lo que pasó en la Primavera Árabe fue que el precio del trigo y el precio del pan, en el Mediterráneo, se duplicó en seis meses antes de los movimientos de la Primavera Árabe. Y eso sacó a la gente a la calle.

Y lo que ocurrió es que el precio del litro de gasolina en el Mediterráneo, en el Sur de Europa y en el Norte de África, llegó a costar 30 pesos el litro de gasolina, en nuestro equivalente.

Con lo cual, se generó una afectación en el ingreso sin precedentes en varias décadas, en muchas de las economías. Pero, también, afectó y creció la pobreza. Llegamos a una cuenta muy simple. Si la gente que vive en extrema pobreza, con un dólar, abajo de un dólar. En fin. Hay varios indicadores, el de la FAO, el del BID. En fin. El del Banco Mundial.

Si la gente que vive en extrema pobreza consume, más o menos, un dólar o 1.50 al día, un dólar al día, y sabemos que la mitad de su ingreso lo destina a conseguir alimentos, el sólo aumento en el precio de los alimentos al doble genera un crecimiento abismal en las tasas de pobreza en el mundo.

Y, por eso, también, vimos, otra vez, escenas que jurábamos que no veríamos otra vez, como son las hambrunas en Somalia y en el Cuerno de África.

Precisamente, este empobrecimiento de grandes capas de población en el mundo, tiene que ver y tiene que estar asociado con el precio de los alimentos.

Qué tenemos que hacer, y fue parte de los temas que discutimos en el G20.

Por un lado, atacar la volatilidad de los precios de los alimentos.

Y una parte sí tiene que ver con el crecimiento de la capacidad adquisitiva de China y de India, lo cual es, finalmente, una buena razón.

Si en India la pobreza hacía que la gente sólo consumiera un alimento al día, el hecho de que consuma dos, va a implicar una duplicidad, o  duplicar la demanda de alimentos. Y eso es bueno.

Pero, también, en los mercados financieros hay muchas cosas que corregir. Digamos que en los 90, básicamente, una regla muy general, pero era, casi el 90 por ciento de las operaciones y transacciones que tenían que ver con alimentos, las hacían empresas especializadas en alimentos. CARGILL en el mundo, MASECA aquí. En fin. Etcétera, etcétera.

Para el año 2010, y el resto, es más o menos el ocho o el diez por ciento, lo hacían empresas financieras: Morgan Stanley y compañía.

Para el año 2010, más del 40 por ciento de las transacciones en alimentos las hicieron empresas financieras, con lo cual quiere decir que ahí hay un papel que tenemos que explorar, de los commodities y de los alimentos específicos en los mercados de derivados, que tienen incidencia en la pobreza real de miles de personas o de millones en el mundo. Yo no digo que sea el factor fundamental, porque no lo creo, pero hay algo que ver.

Y el otro, es que tenemos que incrementar masivamente la producción de alimentos en las mismas superficies. Esta producción de alimentos requiere una verdadera revolución tecnológica, una nueva revolución verde, como la que paradójicamente tuvo lugar en México en los 70. En fin. Son muchos temas.

Cómo, mientras, aplicar políticas que eviten que el impacto social de las crisis económicas, por un lado, la recesión y la de los alimentos, impacten a la gente más pobre.

Y ahí, tenemos que hacer políticas públicas centradas en la satisfacción de bienes, de los cuales se carece. Centradas en la reducción de carencias.

Por eso, es tan importante la nueva metodología que se está usando ya en el mundo para medir la pobreza. Antes, todo lo dividíamos por una canasta de alimentos. Pero siendo así, la pobreza está teniendo variaciones de mes a mes. Porque si el denominador se mueve tan violentamente como se mueven los commodities ahora, tendremos variaciones no confiables del verdadero nivel de bienestar de la gente.

Por eso, la nueva metodología que se usa en México, desde hace varios años en la Ley de Desarrollo Social, y en el mundo, es una metodología que mide carencias. La familia tiene o no tiene vivienda; tiene o no tiene servicios en su vivienda; tiene o no tiene acceso a la educación; tiene o no tiene acceso a la salud. Y una de las variables, es la del ingreso.

Y en México, nos hemos centrado en reducir las carencias de la gente. Y por esa razón, en los últimos cinco años, se han construido una de cada cuatro viviendas que existen en México.  Y por esa razón, estamos llegando casi a los siete millones de acciones, sea de crédito o de subsidio, para vivienda en el país.

Y nos centramos en reducir la carencia de salud.

Por qué.

Porque si algo empobrece a la gente, son gastos catastróficos, en los que tiene que incurrir cuando un pariente se enferma o se accidenta. Y por eso, lanzamos varias veces el presupuesto hacia arriba, en materia de salud, y construimos más de mil 200 hospitales y clínicas nuevas, y logramos cobertura universal de salud, en estos años. Con deficiencias y con problemas. Sí. Pero cobertura de salud, que te evita el gasto catastrófico que empobrece, y que te cura a los hijos.

Los niños con leucemia, por ejemplo, antes, de hecho, se morían siete de cada 10. Hoy, se salvan siete de cada 10, en México.

Y nos centramos en carencias de educación. Y, finalmente, alcanzamos cobertura universal. Todo niño, antes de los 12 años, tiene un lugar en la primaria. Estamos a punto de alcanzarla en secundaria. Y construimos más de 110 nuevas universidades y cerca de 70 nuevos campus, en otras universidades existentes.

Y hoy, se están graduando en México casi 120 mil nuevos ingenieros por año, que además, son los ingenieros que nos están dando la competitividad en los sectores electrónicos, aeronáuticos y automovilísticos, etcétera, etcétera. En fin.

Yo creo que éste es el rumbo, amigas y amigos. El rumbo es corregir en lo inmediato el terrible, la sangría enorme que la falta de decisiones y la falta de contundencia en el respaldo financiero a los países en problemas, está causando en el mundo.

En el mediano plazo, arreglar institucionalmente las fallas crónicas de los sistemas financieros y apostar por rutas claras de crecimiento económico, que tienen que ver con comercio, tienen que ver con inversión en infraestructura pública y privada, tienen que ver en inversión en proyectos verdes, que será la economía verde, la economía del futuro.

No me extiendo más en ello. Ese es otro tema, que habrá que abordar y que no se debe omitir, el tema ambiental.

Hoy, estamos viviendo la peor sequía, ya en México no tanto, porque, afortunadamente, está lloviendo bastante bien en algunos lugares, pero sí la peor sequía en el centro de Estados Unidos, que es la cuenca del maíz y del trigo. Y eso está generando una escasez de estos alimentos, nuevamente, que, nuevamente, repercute en miseria.

Por qué se vive la peor sequía. Por qué los huracanes ahora pasan por el centro de Manhattan. Por qué hay tornados en Massachusetts.

Porque estamos alterando dramáticamente el clima en el mundo y eso, también, requiere, eso, también, es rumbo, requiere una acción contundente en favor de la lucha contra el cambio climático.

No me extiendo más.

Quiero agradecerles, don Julio, don Carlos, la amabilidad de su invitación. Desearles el mayor de los éxitos en esta reunión que celebran en México.

Y de la sabiduría de ustedes, Presidentes, ex Presidentes, Legisladores, Consejeros, empresarios, de ustedes esperamos, desde luego, las líneas, las directrices, las ideas que permitan que nuestro México y nuestro mundo sean como todos queremos, un México y un mundo mejor.

Muchísimas gracias.

Y, siendo las 10 horas con 20 minutos del 26 de julio de 2012, declaro formalmente inaugurada la XVIII Reunión Plenaria del Círculo de Montevideo.

Muchas felicidades.



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